Llegó la hora de vivir con fuerza

A la mayoría de nosotras nos dijeron desde pequeñas que no podíamos hacerlo todo solas, que no éramos capaces y que debíamos pedir ayuda. Mamá nos daba la comida, papá nos llevaba de la mano y si algún niño nos quería hacer daño, estaban nuestros hermanos mayores para defendernos y protegernos.

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Más tarde, los profesores del colegio nos decían qué podíamos y qué no podíamos hacer y a nosotras no nos quedaba más remedio que obedecer por temor a las consecuencias. Y una vez llegamos a la adolescencia, eran los niños, los hombres los que “debían” pagar por nosotras, hacerse cargo de nosotras porque así lo decía la costumbre.

Pero ahora que somos mujeres adultas, en nuestros veintes, cuarentas o sesentas, ¿cuál es la excusa para no hacerlo todo nosotras mismas? Hoy quiero decirte algo muy importante que espero que no dejes en el olvido: llegó la hora de vivir con fuerza.

Vivir con fuerza es tener la convicción de que podemos cambiar una llanta, de que podemos abrir solas un frasco de mermelada; de que el puesto que queda libre en el bus, no siempre es para nosotras, sino que puede ser para el niño que tiene sueño, para el hombre que evidentemente carga más peso del que puede sostener o para el joven que se ve mucho más cansado que nosotras.

Vivir con fuerza es tatuarnos sin miedo a perder a la mujer que somos, porque siempre vamos a ser mujeres; veámonos como nos veamos. Vivir con fuerza es pagar nuestras propias cosas, aprender a decir que no cuando estamos cansadas y dejar de sentir que nuestra obligación es servir a los demás; porque ellos también pueden, porque están en la capacidad de aprender a tender camas, a hacer desayunos, a lavar los platos.

Vivir con fuerza es exigirte a ti misma más libertad de la que jamás te has permitido y exigirle al otro que te trate como igual; no como algo sagrado ni intocable ni mucho menos superior, sino igual: compañera de vida, amiga, cómplice, colega.

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Para vivir con fuerza, debes caminar con fuerza: con pasos firmes y seguros; debes hablar con fuerza: haciendo respetar tu opinión y tu palabra; debes amar con fuerza, sin resignaciones ni renuncias a ti misma; debes sentir la fuerza que tienes adentro, porque eres un ser capaz de todo: puedes soportar dolores punzantes cada mes y aguantar partos que te hacen gritar hasta el cansancio… y eres tan fuerte, que te atreves a repetirlo.

Este es el día, tengas la edad que tengas, para empezar a hacerlo, para empezar a vivir con la fuerza que sabes que tienes adentro.

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3 Comentarios
  1. Fuerza siempre la tengo, la siento; aquella mención del bus me sucedió, aún estando adolorida, lo cedí a una persona menor porque percibí que estaba agotada y, me lo agradeció, se siente bien y es reconfortante; también amo con fuerza, pero siempre existe la duda. Probamos nuestra fuerza en el momento que se nos presente no se puede ser algo que va de acuerdo a nuestras expectativas o podría ser lo contrario algún tipo de aprovechamiento o falta de respeto y sobre todo sin algún motivo.

    Gracias Leonisa, por esta reflexión siempre nos ayudan a repensarlo.

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